Hace unas semanas el equipo de la revista española más internacional llamó a las puertas de Torre Loizaga para realizar un extenso reportaje sobre el conjunto arquitectónico y el “Museo de Coches Clásicos y Antiguos” fundado por Miguel de la Vía, alma y creador de Loizaga. Y así fue como, de la mano de la realizadora Lola Delgado y del fotógrafo Andrea Savini, dicho reportaje vio la luz en el número 3.702 de fecha 15 de julio.
No fue tarea sencilla condensar en un artículo el contenido de una obra que ronda la hazaña y que ocupó más de una treintena de años en la vida de Miguel de la Vía, aún así, el resultado ha sido muy satisfactorio y la revista ha tenido un cuidado exquisito en transcribir fielmente los textos, que giran sobre la figura del fundador, del conjunto arquitectónico, de la colección de coches y de la comarca de las Encartaciones/Enkarterri.
Aunque limita con Bilbao, la comarca de las Encartaciones ha sido tradicionalmente considerada la gran desconocida de Vizcaya, pese a poseer un enorme potencial turístico, cultural, gastronómico y natural: cuevas mundialmente famosas, parques naturales, cosos taurinos singulares, palacios, torres, iglesias, ermitas, ferrerías, museos, vías verdes, playa, actividades… Muchos hoy en día se sorprenden al oír que la riqueza industrial, naval y siderúrgica de Vizcaya se fraguó en estos montes que rodean Loizaga, los montes de Triano o Trajano, poblados de minas de hierro de excelente calidad que ya los romanos explotaban.
La Torre de Loizaga fue construida en el siglo XIV por Ochoa García de Loyzaga como bastión defensivo en una zona estratégica de paso. En 1985 se inició la restauración con una laboriosa búsqueda de los materiales adecuados, tanto las maderas como la piedra e incluso se reabrió una antigua cantera de la misma piedra caliza utilizada siglos atrás. A la torre se añadió una muralla dotada de cubo, un puente levadizo y una barbacana y un remate almenado a una altura de 25 metros. Posteriormente se añadieron las edificaciones anexas y dos hileras de murallas, en torno al foso y al recinto.
Como en el caso de la reconstrucción de la Torre, el proceso de formar la colección ha seguido siempre una trayectoria muy definida, que pasaba por conseguir al menos un ejemplar de cada modelo Rolls-Royce mientras la firma fue británica. Al menos uno quiere decir que algunos coches de la colección son variaciones de un mismo modelo ya que hasta 1945 un mismo chasis albergaba carrocerías totalmente distintas dado que se hacían como un traje, a medida, por los maestros carroceros. El resultado es un Museo que alberga cuarenta y cinco Rolls-Royce y una treintena más de marcas de prestigio, que es visitado por asociaciones de coches, concentraciones de vehículos, rallys, clubs,visitantes en general y extranjeros que vienen en sus coches o procedentes del ferry o de cruceros.
La calidad del reportaje y de su contenido expositivo han dado sus frutos y han propiciado su expansión más allá de nuestras fronteras. Varios países como Méjico, Argentina y Ecuador han visto publicado el reportaje que lleva el título de “Entramos en la Torre de Loizaga, el templo de los Rolls-Royce, en Galdames”. En cuanto a Europa, al menos dos países publicarán el reportaje en las próximas semanas. Quien no haya tenido la ocasión de disfrutar del mismo, siempre puede recurrir a la edición digital de “¡Hola!” y comprobar de primera mano la gran calidad del trabajo desarrollado por todo el equipo de la revista.
¡Gracias a todos por vuestro interés y dedicación!
