El segundo pabellón rinde homenaje a la temprana y fructífera afición que Miguel de la Vía sentía hacia el mundo de la automoción reuniendo en la sala los coches que utilizó y disfrutó durante su vida. Joyas como un Mercedes 190 SL, un BMW 635 CSI, un Lancia Aprilia o un Porsche 911 conviven con un imponente camión de bomberos “Merryweather” de 1939 originario de Sussex. No faltan dos veteranos Vauxhall como testimonio para honrar la memoria de su padre Benjamín, habitual conductor de la marca
El grupo de deportivos descapotables de fabricación alemana como Porsche, Mercedes y BMW frente a los ingleses MG, Austin Healey o Jaguar son un fiel reflejo de la estética moderna y la cultura de masas de la segunda mitad del siglo XX. Participantes de éxito en carreras y rallyes, nunca hasta entonces se había mostrado tanto gusto por los rápidos deportivos con los que Europa marcaba el camino mientras América se decantaba por los muscle cars.
Y como contrapunto, un enorme Cadillac Eldorado convertible al que los visitantes confunden con el coche en el que viajaba Kennedy cuando fue asesinado, encarna la época dorada en la que los grandes fabricantes americanos se situaron a la cabeza de la producción mundial. La extensa infraestructura de las ciudades y las carreteras, los bajos precios de los coches y el combustible unido a los gustos de los americanos desembocaron en la fabricación coches capaces de albergar enormes y potentes motores.