Durante la celebración del 25 aniversario de la Mancomunidad de las Encartaciones celebrado en el hotel Amalurra de Artzentales tuvimos la oportunidad de hablar con el que fuera alcalde de Trucíos, Jesús María Palacio, un estudioso de la historia y autor del libro aparecido en 2003: “Trucíos, un siglo de historia y tradición- 100 años de toros (1900-2000)” que desgrana a través de sus páginas todas las anécdotas e historia de las diversas plazas de toros de Trucíos con profusión de fotografías curiosas. Nos comentó que acaba de publicar un nuevo libro que presentará en breve en el Club Cocherito de Bilbao que a buen seguro aportará jugosos sucedidos de ese valle donde nacieron las primeras plazas de toros fijas de Bizkaia.
Los orígenes de esta tradición taurina se sitúan en la Edad Media y está a su vez asociada con la tradición mayormente ganadera de estos municipios occidentales unida a la celebración de ritos y festejos religiosos celebrados alrededor de ermitas e iglesias. La mayoría de los cosos datan del siglo XVIII y prevalecen hoy en día con distinto grado de conservación. Lo singular es que los “ruedos” se adaptan y acomodan al terreno, con cerramientos de mampostería de variada geometría, en ángulo o circulares, que conforman a su vez los muros de los templos. Hasta hoy en día han perdurado cuatro cosos en Trucíos, dos en Sopuerta y en Carranza y uno más en Arcentales.
Este conjunto de interés patrimonial está ubicado en lugares agrestes cuyos árboles centenarios en el interior del coso sirven, junto a toneles y carros, del mejor de los burladeros. Improvisados diestros locales lidiaban con las vacas de raza autóctona “montxina” que en su día dominaron los montes de la comarca y de las que quedan hoy en día pocos ejemplares. La primera “lidia” comenzaba con la caza en el monte de estas reses de gran bravura en la que todos querían participar con la ayuda de perros villanos que acorralaban a los toros. Tras la fiesta, la carne un tanto dura y poco suculenta de los astados era repartida entre las familias del pueblo. Dicha tradición perduró hasta la década de los cincuenta, cuando la burocracia apartó al ganado autóctono de los festejos populares, encontrándose hoy en día en período de extinción.
Origen de la Tauromaquia
El toro es uno de los animales que más simbolismo encierra y que más ritos de sacrificio ha protagonizado. Aparece en las primeras manifestaciones pictóricas de la humanidad y nos ha acompañado desde la Edad de Bronce -pinturas cretenses, ritos egipcios, juegos romanos, esculturas celtíberas- hasta nuestros días.
La primera referencia de la lidia de toros bravos data del siglo XII como parte de festejos y conmemoraciones celebrados en plazas públicas. La práctica del lanceo de toros evoluciona hacia lo que hoy conocemos como corrida de toros cuando los nobles se apean del caballo y se lidia a pie. Con Francisco Romero se inicia en 1726 el toreo como espectáculo profesional, tal y como recoge “Tauromaquia: el arte taurino en el mundo de los toros”
El que esta ceremonia milenaria suscite en nuestros días una gran controversia no debe ser óbice para que el conjunto monumental de los cosos taurinos de las Encartaciones sea objeto de conservación y que, si un día llegaran a perder su función propia, puedan ser utilizados en otras actividades lúdicas
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