EL ESPÍRITU DEL ÉXTASIS

EL ESPÍRITU DEL ÉXTASIS

Un halo de leyenda envuelve desde hace un siglo a la estatuilla plateada que corona el radiador de los Rolls-Royce. Conocida por los nombres de “Espíritu del Éxtasis”, “Dama Alada” o “Dama de Plata”, la que ha sido aclamada como la más bella figura que haya lucido nunca en un coche, representa a una joven inclinada hacia delante que extiende sus brazos hacia atrás, mientras que los pliegues de su túnica diáfana, envueltos por el viento, evocan la forma de unas alas.

La obra debía simbolizar “el espíritu del Rolls-Royce: la velocidad y el silencio, la ausencia de vibraciones, la misteriosa alianza de una gran energía con la suprema gracia de un bello organismo viviente” –según palabras de Claude Johnson, gerente de Rolls-Royce- inspirado en la mítica belleza de la diosa Niké, encarnada en La Victoria de Samotracia exhibida en el museo del Louvre, en París.

La casa Rolls-Royce no seguía la tendencia, adoptada por los fabricantes de coches de lujo, de coronar los radiadores de los coches con una mascota como distintivo, lo cual daba pie a que algunos clientes adoptaran como tal ornamentos inconvenientes o contrarios al buen gusto, mientras que otros reclamaban un emblema representativo del prestigio de tan lujosa marca. Claude Johnson –calificado como el guión de unión entre Rolls y Royce- vino a paliar la situación encomendando al escultor modernista inglés Charles Robinson Sykes la producción de una estatuilla que ornara el radiador.

Un personaje muy allegado a la casa Rolls-Royce -Lord Montagu, segundo barón de Beaulieu- fue el primero en lucir en el capó de su Silver Ghost una estatuilla firmada por Sykes. Influyente impulsor del automovilismo por su condición de parlamentario y editor de la revista “Cars Illustrated”, Lord Montagu había encargado en 1910 a su amigo e ilustrador habitual el diseño de una estatuilla inspirada en la figura de la modelo y actriz británica Eleanor Velasco Thorton, que unía a su condición de secretaria la de ser amante del barón. Apodada como “The Whisper” (El Susurro), la estatuilla representa a una joven con las ropas desplegadas al viento que posa un dedo en sus labios como-según se cuenta- símbolo de sus amoríos secretos.

Su sucesora, “El Espíritu del Éxtasis”, debe su nombre a Claude Johnson, que en una carta describía el modo en que el artista había logrado transmitir “el espíritu del éxtasis, que ha elegido el viaje en carretera como delicia suprema, tomando acomodo en la proa de un Rolls-Royce para sentir la frescura del aire y el revoloteo de sus ropas… manifestando su alborozo con los brazos abandonados y la mirada fijada en la distancia”.

La firma de Sykes –presente en la base de todas las estatuillas- luciría en los Rolls-Royce desde 1911, pero aún había que esperar nueve años a que fueran incorporadas en serie.

La modelo que inspiró uno de los símbolos más identificables de nuestra época, no llegó a ver su nombre unido para siempre en la historia del automóvil. Durante la Gran Guerra, Lord Montagu se hizo acompañar por Eleanor en un viaje a la India a bordo del barco “SS Persia”, que fue torpedeado por un submarino alemán el 30 de diciembre de 1919 en las costas de Creta. El barón sobrevivió, pero la musa de Rolls-Royce desaparecería en el mar cuatro años después de haber ofrecido su imagen a la ninfa alada.

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