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TORRE LOIZAGA PARTICIPA EN LA EXPOSICIÓN “RENÉ LALIQUE” DEL MUSEO CASA LIS DE SALAMANCA

El museo Art Nouveau y Art Déco  Casa Lis de Salamanca, ha inaugurado la exposición “René Lalique, joyero.  Colección Fundación Gulbenkian” entre cuyas obras se encuentra un tapón radiador inspirada, al igual que el “Espíritu del Éxtasis” que adorna los radiadores de los Rolls-Royce, en la Victoria de Samotracia. Y no hay espacio más idóneo para lucir esta mascota que sobre la calandra, a su vez inspirada en un templo griego, de un Rolls-Royce. Para Torre Loizaga es un  honor contribuir a que tan delicada figura adorne uno de los radiadores del Museo de Coches Clásicos y Antiguos de la Colección Miguel de la Vía

Tapón de Radiador Victoria

Tapón de Radiador Victoria

Historia de la Escultura

La “Victoire” es un tapón de radiador realizado en vidrio moldeado a presión cuyo modelo fue creado el 18 de abril de 1928 por Lalique. El autor se inspiró para su diseño en la idea de la “Victoria alada de Samotracia” descubierta en 1863 y expuesta en el Louvre desde 1866. Lalique deseaba representar con el tapón la velocidad del coche en el que estaba situado y enfatizar esa celeridad con el pelo soplado por el viento y la cara boquiabierta. Por esta razón, la pieza también fue conocida en la época como “Espíritu del Viento”. Este es uno de los tapones más conocidos y distinguidos de Lalique, tanto que incluso la reina Victoria Eugenia ofreció el modelo a sus hijos. Automóviles de marcas como Rolls Royce, Citroën o Bentley han llevado insignias producidas por Lalique. Actualmente, los tapones de radiador realizados por el autor y también llamados “mascotas”, debido a que varios de ellos representan figuras de animales, son algunos de los objetos más codiciados por los coleccionistas.

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Patio Central de Casa Lis

EL ARTE DE CONDUCIR UN ROLLS-ROYCE

O como seguir manteniendo diferencias a bordo de un Rolls Royce conducido, como no podía ser de otra manera, por un chófer titulado en la “Rolls-Royce Chauffeur’s School” situada en la antigua sede de la firma británica, en Crewe. Tras una corta estancia y el pago de una cuota de 3000€ se recibirá una formación que incluye normas de etiqueta, tests de conducción y mecánica y hasta instrucción policial.

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Además del coche uno ha de saber conducirse con amabilidad y
discreción, escuchar sin oír y no importunar a los pasajeros, siendo invisible para no molestar su visión y rodear siempre el coche por la parte trasera. Igualmente el chófer debe ser capaz de cambiar una rueda sin que ningún ocupante deba abandonar el habitáculo.

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El mantenimiento también afecta a la limpieza que en ocasiones raya en la más absoluta meticulosidad como es el caso de las láminas de la calandra, que se limpian…con un cepillo de dientes! Los coches también debían superar pruebas algo excéntricas como es el caso de la llamada “prueba de la moneda” que consistía en mantener erguida una moneda situada de canto sobre el motor arrancado, so pena de ser desmontado para su posterior reconstrucción

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Pero el respeto no se agota en los pasajeros ya que un chofer impecable nunca debe situarse delante del “Espíritu del Éxtasis” por respeto a la marca. Pero no todos los modelos eran destinados a ser conducidos por un chófer. La Torre de Loizaga alberga una nutrida representación de los llamados “Baby Rolls”, contemporáneos de la muy respetable sección Phantom, destinados a profesionales liberales ajenos a la ostentación que gustaban de conducir sus propios vehículos, tal es el caso del “Rolls-Royce 20 HP Doctor’s Coupé”con asiento de la suegra o ahítepudras incluido

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EL ESPÍRITU DEL ÉXTASIS

EL ESPÍRITU DEL ÉXTASIS

Un halo de leyenda envuelve desde hace un siglo a la estatuilla plateada que corona el radiador de los Rolls-Royce. Conocida por los nombres de “Espíritu del Éxtasis”, “Dama Alada” o “Dama de Plata”, la que ha sido aclamada como la más bella figura que haya lucido nunca en un coche, representa a una joven inclinada hacia delante que extiende sus brazos hacia atrás, mientras que los pliegues de su túnica diáfana, envueltos por el viento, evocan la forma de unas alas.

La obra debía simbolizar “el espíritu del Rolls-Royce: la velocidad y el silencio, la ausencia de vibraciones, la misteriosa alianza de una gran energía con la suprema gracia de un bello organismo viviente” –según palabras de Claude Johnson, gerente de Rolls-Royce- inspirado en la mítica belleza de la diosa Niké, encarnada en La Victoria de Samotracia exhibida en el museo del Louvre, en París.

La casa Rolls-Royce no seguía la tendencia, adoptada por los fabricantes de coches de lujo, de coronar los radiadores de los coches con una mascota como distintivo, lo cual daba pie a que algunos clientes adoptaran como tal ornamentos inconvenientes o contrarios al buen gusto, mientras que otros reclamaban un emblema representativo del prestigio de tan lujosa marca. Claude Johnson –calificado como el guión de unión entre Rolls y Royce- vino a paliar la situación encomendando al escultor modernista inglés Charles Robinson Sykes la producción de una estatuilla que ornara el radiador.

Un personaje muy allegado a la casa Rolls-Royce -Lord Montagu, segundo barón de Beaulieu- fue el primero en lucir en el capó de su Silver Ghost una estatuilla firmada por Sykes. Influyente impulsor del automovilismo por su condición de parlamentario y editor de la revista “Cars Illustrated”, Lord Montagu había encargado en 1910 a su amigo e ilustrador habitual el diseño de una estatuilla inspirada en la figura de la modelo y actriz británica Eleanor Velasco Thorton, que unía a su condición de secretaria la de ser amante del barón. Apodada como “The Whisper” (El Susurro), la estatuilla representa a una joven con las ropas desplegadas al viento que posa un dedo en sus labios como-según se cuenta- símbolo de sus amoríos secretos.

Su sucesora, “El Espíritu del Éxtasis”, debe su nombre a Claude Johnson, que en una carta describía el modo en que el artista había logrado transmitir “el espíritu del éxtasis, que ha elegido el viaje en carretera como delicia suprema, tomando acomodo en la proa de un Rolls-Royce para sentir la frescura del aire y el revoloteo de sus ropas… manifestando su alborozo con los brazos abandonados y la mirada fijada en la distancia”.

La firma de Sykes –presente en la base de todas las estatuillas- luciría en los Rolls-Royce desde 1911, pero aún había que esperar nueve años a que fueran incorporadas en serie.

La modelo que inspiró uno de los símbolos más identificables de nuestra época, no llegó a ver su nombre unido para siempre en la historia del automóvil. Durante la Gran Guerra, Lord Montagu se hizo acompañar por Eleanor en un viaje a la India a bordo del barco “SS Persia”, que fue torpedeado por un submarino alemán el 30 de diciembre de 1919 en las costas de Creta. El barón sobrevivió, pero la musa de Rolls-Royce desaparecería en el mar cuatro años después de haber ofrecido su imagen a la ninfa alada.